Las Intermitencias de la escritura

Por: Renata Eguino Salamanca

Al empezar a querer hacer esta nota, hace ya varias semanas, y aunque pensé y pensé sobre qué tema debía tratar, he admitido finalmente que después de mucho tiempo estoy sufriendo de dificultad para escribir que me está rompiendo la cabeza. He entrado a este espacio oscuro llamado por muchos “El bloqueo del escritor”, y no es que me considere escritora ni mucho menos, más bien como diría mi buen amigo Gabriel Iriarte, “escribidora” me describiría mejor.

Pero ya, hablando en serio, ¿les ha pasado alguna vez? Seguro que sí. Y es de los momentos más difíciles para quien trabaja con las letras, porque pasamos a sentimos esclavos de ellas (de las letras digo). Y qué jodido había sido liberarse ¿no?.

Los (malditos) bloqueos se suelen dar en actividades que realmente nos importan –eso es lo peor-, nacen en aquellas situaciones en las que más quieres destacar pero misteriosamente tu mente decide ponerse en blanco absoluto, joderse como una computadora averiada y hacer mal aquello que casi siempre habías hecho bien –o maso menos bien-, te impide incluso en muchos casos practicar y esto genera obviamente una perdida técnica en la habilidad que se encuentra bloqueada.

En cuanto a la escritura, para mí, es un tanto distinto, el bloqueo no tiene tanto que ver con la falta de práctica o con un declive en la fuerza de voluntad, sino más bien con un estado mental y físico de tremenda tensión en el que choca el deseo o la necesidad —quizá desmedidos— de escribir con la incapacidad y el rechazo a hacerlo. En palabras simples podemos decir que algo que mucho influye en el bloqueo del escritor es el miedo, y así como en la mayoría de los casos, los miedos viscerales no nos permiten dar lo mejor de nosotros mismos, ni ejecutar bien las cosas que debemos hacer.

Sin embargo, pienso que lo que realmente genera el bloqueo no es el miedo mismo, sino nuestra lucha encarnizada contra él. El recelo al rechazo es natural en una sociedad tan competitiva y racionalista como en la que vivimos. Por eso creo que una de las cosas que más nos cuesta es unificar cuerpo, corazón y mente. Escindimos pensamientos y emociones, como soldaditos de plomo en un jueguito de guerra, y los ponemos a luchar. No nos permitimos escucharnos atentamente e identificar qué es lo que sucede con nosotros, pero sobre todo, en el caso de los que escribimos. En este tipo de momentos, lo que más nos cuesta es saber que es lo que realmente queremos decir.

¿De qué tienes colmada la cabeza y en el corazón en este relámpago oscuro tan jodido que estas habitando (o que más bien, que te habita a ti)?

Seguramente no que es lo que los demás quieren leer de ti, pero sin soltar esto, la fluidez y naturalidad que requiere la búsqueda de la buena escritura no va a regresar a ti ni ahora ni posiblemente nunca. No hay recetas para ninguna de estas cosas, pero mi buen consejo es que por un cachito te valga un caucho el jefe, el editor, el docente o tu chico y escribas lo que realmente necesites escribir, por ti y para ti. Un consejito muy cliché pero que pocas veces realmente llevamos a cabo.

Es cierto que al escribir (al bailar, al actuar, al existir) corremos el riesgo de que no les guste lo que hacemos y de que nos reprochen de meter la pata y de no ser “lo suficientemente buenos”, de sentir el peso de la cuarentena y ver acercarse a la muerte con cada golpe en el teclado. Y no es una mera hipótesis: seguro que nos pasa todo eso y mucho más.

Pero también es verdad que, a pesar de todo, escribir forma parte de nuestra vida, nos hace personas y nos saca de un automatismo enfermizo que de hecho hoy en el contexto actual se siente más que nunca.

Finalmente creo que para superar este bloqueo, debemos empezar admitiendo nuestros miedos y bajar las armas. Darnos un auto apapacho y saber que detrás de ese terror puede abrirse un delicioso universo literario de posibilidades (que posiblemente te salga un asco) pero que importa, yo solo así me animé a escribir esta notita que estas leyendo.

Porque aunque sienta este miedo profundo, como lo dijo Eloy Tizón: «Sé que mientras estoy escribiendo no puedo morir».

Jean-Marie Schaeffer y las reflexiones sobre la mecánica de la ficción

Un sueño mío

Por estos días el morbo de una historia a la cual no tenemos acceso ha vuelto a tomar titulares en Bolivia. El caso de feminicidio de William Kushner. Las redes revientan de puntos de vista. Dos verdades y distintos culpables se sacan la mugre en vivo y en directo por las redes. Hay un hecho concreto. Una persona murió y otra quizá la asesinó, la justicia dice que sí, otros dicen que no. La verdad es que nosotros solo podemos creer en versiones y esas versiones nunca podrán acceder a la verdad, entonces nos serviremos de la ficción para explicarnos lo que pasa, pero será mentira en cualquier caso.

Todo esto me llevo a la relectura de lo que para mi es un texto, o quizá EL texto básico para comprender la ficción. El libro Porqué la Ficción, de Jean-Marie Schaeffer. Un libro sobre el uso fascinante de la ficción, y su influencia ineludible y clave en el aprendizaje. Es necesario aclarar que se trata también de una interpretación personal de lo que Shaeffer propone, sin duda hay muchas más.

Los apuntes son una transcripción automática de mis notas sobre el libro. Creo que el valor de este texto radica en rescatar las ideas, para mi, fascinantes, que propone Schaeffer, que en su texto original. El libro puede llegar a ser denso y llevar mucho tiempo y relecturas para comprenderlo, esto se debe a la densidad de sus ideas. Por lo cual el texto que propongo ya es un texto fallido al tratar de simplificar lo complejo. Me gusta pensar que es una entrada para quien quiera interesarse en comprender el complejo y rico mundo de la lectura y salga de los prejuicios básicos de la misma, algunos de los cuales hablamos en la anterior entrada. Por último, las notas fueron tomadas en base a la lectura del libro en su lengua original, francés, por lo que pido disculpas también, por los galicismos que seguramente escapan. Ahora sí. Buena lectura.

La tapa del libro, recomendable desde todo punto de vista
Portada del libro en cuestión

La Ficción como parte de la realidad con la que debemos lidiar incluso antes de tener consciencia de la “realidad física” tiene una complejidad de ese sistema de asimilación, ensoñación, creación, libertad y expresión que es la ficción.

Una conclusión nada definitiva por definición a la que llega es la imposibilidad de delimitar completamente la ficción. Estamos rodeados por ella en nuestra percepción del presente, en nuestros recuerdos del pasado, en nuestras proyecciones del futuro. Pero también está en nuestra lectura del conocimiento, en nuestro entretenimiento, en nuestro aprendizaje. Lo cual para mi es capital. Pues entonces, el elemento estrella que debemos trabajar en busca del interés por el aprendizaje es la ficción, la posibilidad de de llevar a su mundo lo que nos permite construir la narratividad (para Schaeffer no toda la ficción es narrativa, aunque una gran parte sí lo es).

El caso Marbot

La tapa del libro publicada por Hildesheimer

Schaeffer parte del ejemplo de Wolfgang Hildsheimer que en 1977 había publicado una biografía sobre Mozart. Esta biografía pese a las controversias que generó se convirtió en un verdadero referente de la vida del célebre músico austriaco. Este hecho posicionó a Hildesheimer como biógrafo. El siguiente trabajo de Hildesheimer tituló “Marbot, una biografía”. En el mismo estilo que la obra precedente sobre Mozart, se recorría la vida de Sir Andrew Marbot (1801-1830) en los que se cruzó raudamente con otros personajes como Goethe, Byron, Schopenhauer, Delacroix, entre otros. Un trabajo serio en el cual se desmenuza la vida de Marbot de la misma manera que antes se hizo con la de Mozart. La única diferencia es que Marbot nunca existió.

Es ahí donde se instala el debate sobre la ficción y cómo reconocerla. Muchos, incluyendo académicos, creyeron que Marbot había existido de verdad.

Este hecho se dio por las siguientes razones:

1) Un contexto autorial (La contrucción del texto igual a la de Mozart e inmediatamente publicado luego de este).

2) El paratexto, en el cual se indicaba “Una biografía” y había una imágen (hecha por Delacroix) “real” de Marbot.

3)Una mímesis formal, en el estilo, las citas (mezcla entre lo real y “forjado”)

4) Una contaminación del mundo histórico por parte de la ficción. Aquí un punto interesante que señala Schaeffer pues normalmente es lo inverso, el mundo ficticio es contaminado por el histórico. En una “biografía histórica ficticia”, la vida es contada por un discurso claramente ficticio. Marbot por el contrario es clarmente no ficticio (históricamente, pues salvo él, todos los demás elementos, incluso palabras del resto de los personajes como Goethe son reales). Por lo que se califica a la obra de Marbot como una “biografía ficticia historiada” (en la definición de Dorrit Cohn). Lo cuál hace de la obra de Hildesheimer un evento irrepetible, pues el público al verse “engañado” desconfiará la próxima vez de la “veracidad” de las obras de este autor.

El fingimiento (feintise)

Una obra de ficción necesita esa especie de acuerdo con su lector de saber hasta dónde puede creer o no en la historia. Necesita crear un lazo de confianza con el emisor del mensaje para asumir el discurso que lee de una u otra manera. Facilita esto pues la llamada “Inmersion a la ficcion” y a ese lazo Schaeffer lo llama “Fingimiento lúdico compartido”. En la obra de Hildesheimer pasó lo contrario es decir un fingimiento “no compartido”, ya que el objetivo fue, de alguna manera, engañar al lector, hacerle creer que lo que leía era verdad. Entonces la lectura se convirtió para muchos en verdad y no ficción. Y he aquí donde se instala la primera línea y quizás la principal del debate de la ficción en su relación con el concepto de verdad. ¿Hasta dónde se puede trazar la línea divisoria entre ellas? Si para un lector lo que lee es verdad, ¿no se convierte eso en realidad si nadie lo desmiente? ¿no vivimos entonces todos de alguna manera en una ficción pues siempre la verdad depende de un punto de vista que casi siempre puede ser refutado?

Schaeffer a ésto responde con que en la ficción “la cuestión de la verdad o la falsedad de representaciones no parece ya pertinente” (SHAEFFER :149). El hecho de que en las sociedades llamadas primitivas la distinción entre representaciones tomadas por verdaderas o falsas y la ficción no existían es sobretodo debido a la falta de interés de la antropología clásica por la ficción.

Schaeffer recuerda en esta parte a Pavel Thomas quien dice que la creencia a los mitos de la comunidad es obligatoria (un estado involuntario de ficción). Por el contrario la adhesión a la ficción es libre, claramente limitada del punto de vista espacial y temporal (como lo es en el fingimiento lúdico compartido).

“Los mitólogos son ciegos al hecho que las sesiones narrativas a partir de las que ellos reconstruyen sus pretendidos mitos pueden bien combinar secuencias “tenidas por verdad” por el cuentista y su auditorio” (SCHAEFFER:152). Hay que distinguir indispensablemente entre las creencias a las que nos adherimos y las construcciones imaginarias que no relevan este principio, arbitrario, pero válido de lo que consideramos ficción y lo que no. En el mismo se puede evidenciar la debilidad de la ficción y su casi dependencia de la fe personal.

¿Cómo funciona en la cabeza?

Toda representación posee una estructura de reenvío al “tema de alguna cosa”, “parte sobre algo”. Hace conexiones de referentes para estructurar pensamientos y realizar aprendizajes. La modalidad referencial es una estructura neurológica, que funciona como interfaz entre:

  • el sistema nervioso central,
  • el entorno exterior
  • los estados, actos corporales y mentales

Se trata del valor epistémico que le damos a una ficción (verdadero, falso, probable, posible e imposible). Una ficción no está pues obligada de denunciarse así misma como una ficción, pero sí ser anunciada como ficción. Es decir que usamos los códigos de la realidad pero teniendo claro que es una ficción. Por ejemplo, en las películas o las novelas de ficción sabemos que se trata de un marco ficticio en el cual hay actores o personajes que cumplen un rol que “se parece a la realidad” y que para ser bueno debe convencernos de su credibilidad narrativa, y sin embargo, sabemos que se trata de una ficción.

Schaeffer anuncia que en “la literatura oral el rol es en general cumplido por fórmulas introductivas convencionales” (pg163) Por ejemplo la familiaridad del lector con la tradición oral literaria en cuestión. En la narración oral existen las convenciones como el anuncio de “había una vez”, o el hecho de que sabemos que quien narra es un cuenta cuentos, por lo que sabemos que esa historia está en el marco de la ficción. Esta característica sin embargo puede tener a veces dificultades de trazar esos límites, por ejemplo, en el teatro de calle, donde a veces no se distingue bien entre el juego y la realidad. Siendo muchas veces justamente éste desmarcamiento un objetivo del teatro de calle. En el cine, ese juego está casi siempre de forma explícita anunciado por el generador de caracteres que nos dice el título, los nombres de los actores, del director, etc. Esto nos da a pensar, aunque no lo dice Schaeffer, que si una producción rompe con estos moldes, podría justamente tener problemas de ser clara y directamente entendido como ficción. De hecho podemos entender que fue lo que pasó en la obra de Marbot, o de incluso una película taquillera que jugó a no usar ese código como Blairwitch projet, entre otras.

La capacidad de ficcionar desde el origen

Desde una visión de la ontogénesis (evolución del sujeto) la competencia ficcional es una competencia que el individuo va desarrollando a lo largo de su vida.

La ficción comienza como un placer solitario manifestado en la infancia por ejemplo con los juegos con muñecos, automóviles miniaturas o figuras. El recién nacido hace del exterior una extensión de sí mismo, pues no tiene consciencia del “sí mismo”. Esto recién llega cuando segrega una mebrana separatriz que da vida a dos mundos y los separa. Uno el interior subjetivo, y el exterior objetivo.

Es desde la niñez que se realiza la llamada autoestimulación neurológica que son llamados Señuelos funcionales endógenos (por ejemplo las alucinaciones). Todo aquello en lo cual está basada la adivinación, los videntes, los mediums, etc. Esa industria que juega con nuestra capacidad de ver cosas que no están. De experimetar ver, oir a un ser que no está, muchas veces familiares fallecidos, o seres fantásticos como los duendes en el caso de los niños. “La ficción encontraría su origen en estados de posesión o de automanipulación (Primera genealogía de la ficción)” (pg. 171), es decir que tienen origen en sugestiones, el sujeto sabe y cree en la posibilidad de la existencia de cosas en la realidad y puede verlas. Una alucinación involuntaria es para Schaeffer una grave discapacidad social, salvo en el caso que son educados para el grupo social al cual pertenece, en ese acaso se tendrá a la alucinación con el estatus de visión, como son el caso de las experiencias místicas en el caso de la tradición cristiana. Schaeffer a modo irónico añade que todavía es mejor ver a la virgen que a un ser diabólico para la aceptación social. Aunque en ambos el proceso de autoestimulacion nuerológica haya sido el mismo.

El sueño y la ficción

El sueño no es lo mismo que la ficción pues la ficción es una elaboración consciente, al contrario del sueño en el cual no existe un control del yo consciente. En el sueño el estado onírico es vivido como real. Por eso muchos hablan de dos vidas, de dos realidades. La de la vigilia y la del sueño. Sin embargo el sueño y la ficción tienen un paralelismo sorprendente. Ambos comparten las siguientes características:

  • Parte de una estimulación endógena (sin fuente perceptiva directa)
  • Fuertemente involucrados por los afectos.
  • Broches reaccionales /físicos/  (ejemplo: el movimiento del ojo rápido, movimientos motores) Esto quiere decir que existen reacciones activas del cuerpo, por ejemplo a la sensación de caer en un sueño. Es vital para esto un contramecanismo capaz de evitar la excitación de sistemas motores que traduzcan en actividades motoras reales. De no ser así caminaríamos si soñamos que caminamos por ejemplo. Existe pues un contramecanismo que desactiva durante el sueño para no pasar a actos bruscos, pese a que los pequeños si se los puede detectar.

El juego y la ficción. La inmersión y la lectura

La ficción nace como un espacio de juego. Aqui Schaeffer cita por ejemplo a Nathalie Heinich, la cual dice que “la construcción de la identidad no es una acción solitaria que reenviaría el sujeto hacia si mismo, es una interacción, que pone a un sujeto en relación con otros sujetos, con otros grupos, con instituciones, con cuerpos, con objetos, con palabras”. Todo se trata pues de un juego para el aprendizaje. De ahí la gran importancia a la inmersión ficcional. Por eso es extraño esa birzarrería histórica por la que por una parte celebramos el poder imaginativo y por otra desvalorizamos la inmersión ficcional. Como si fuera menos importante esa capacidad de meterse en una ficción, cuando es esa capacidad la que nos permite aprender.

La lectura a todo esto es una capacidad de reactivante y no creatriz según Proust. La inmersión es un nivel de atención.Las lecturas infantiles llevan el peso de la historia igual en las circunstancias (reales) de sus lectores que en su contenido. No es extraño que los personajes de las historias tengan circunstancias (padres, casa, objetos, incluso pensamientos) que tratan de aproximarse a los que tienen los niños lectores. Incluso no importa si el personaje es un conejo, o un cerdito, este vivirá en circunstancias parecidas a las del niño. Esta inmersión se regula con la ayuda de ganchos retroactivas en la autoestimulación imaginativa, alimentada de sus propias expectativas. Es decir que siempre se alimenta de lo que el lector podría esperar de una situación como la planteada en la historia.

Es común por ejemplo en los fingimientos lúdicos interactivos (feintise ludique interactives), como los juegos de rol, que se turne la palabra o los roles, que uno invierta sus expectativas en los personajes para hacerlos más interesantes, más cercanos, aún sin saber dónde lleva la historia, y por eso mismo hacer la inmersión más profunda.

En una situación de recepción, la inmersión permite sentirse relanzado entre el personaje siempre incompleto de la reactivación imaginativa. Uno siempre imagina cosas que no se nos dicen, y el estado completo (supuesto) del universo ficticio propuesto. Es un proceso en la vida. De la atracción, durante la infancia, de los juegos ficticios que se estiran sin fin, y son lanzados una y otra vez, interrumpidos por la noche y para ser retomados al día siguiente. (algo que también será aprovechado por las historias que les gustará a los niños, pues les permitirá vivir “un poco” en el mundo ficticio de manera más continua, es como vivir otra vida. Al pasar los años ese gusto se manifestará por ejemplo en las telenovelas, en las series, en las películas con secuelas. Siempre nos gustaría saber qué pasó después, pues de alguna manera nuestra inmersión nos permite imaginar y querer imaginar lo que pasa luego. No podemos con nuestra curiosidad imaginativa de y entonces qué pasó, seguimos viviendo en la gran historia del cuenta cuentos que nos cuenta nuestra vida.

Por el lado del creador, todo fin es un principio en potencia. Y también sentirá siempre esa posibilidad de continuar la historia, porque también el creador vive la inmersión, pues no sabe exactamente a dónde lo lleva la historia que está creando. Por lo general la inmersión es afectiva, nos debe interesar el destino de los personajes. De ahí deducimos que los afectos humanos fundamentales son universales. Pero también las representaciones miméticas otras que no contengan personajes (por ejemplo un paisaje en una pintura o fotografía) son también afectivas. Esto por nuestra relación estética de la búsqueda de la belleza de la experiencia de estar vivo. De ahí que Schaeffer concluye que el mundo perceptivo nunca es neutro. Siempre estará estructurado por nuestros afectos, pues nuestra mirada es afectiva. El poder de la mimesis depende de la carga afectiva ligada a lo que es representado.

Podemos distinguir tres puntos o problemas (como uno quiera plantearlo) que intervienen en la inmersión en la ficción.:

  • a) Relación entre la inmersión, los afectos de señuelo y las creencias.
  • b) La distinción entre la inmersión en situación de producción y recepción.
  • c) La relación inmersión e identificación. La inmersión tiene formas múltiples según vectores; los tipos de señuelo lúdico (el formato, las fórmulas, la palabra, lo visual), las posturas de inmersión diferente (lectura por entretenimiento, lectura crítica, lectura profunda, lectura de análisis). La inmersión no es por tanto solamente una identificación psicológica.

En este contexto existe una transferencia de las atenciones. Por ejemplo, en la película de Ghibli La tumba de las luciérnagas, las lágrimas que cierto público experimenta son reales, pero no por que crea en la veracidad de la historia, sino porque sufre un “rapto afectivo preatencional”. Es decir el espectador se identifica así mismo en el personaje que está frente suyo. También puede identificarse con el narrador de la historia. Eso que le resulta interesante (por ejemplo en una película) al centro de sus intereses es todo eso a lo que el lector tiene acceso gracias a la inmersión mimética. Es como una ventana a un mundo que de repente podemos respirarlo, proyectarlo, imaginarlo aún más allá de lo que se nos muestra, gracias a esa capacidad de inmersión mimética. Por eso la inmersión mimética no es forzosamente una inmersión de la ficción. La inmersión mimética es el estado en el cual estamos identificados con nosotros mismos, no necesariamente con la historia que es contada. La inmersión y la modelización es la relación entre los medios Vs. objetivo de la ficción. Una vez que creemos en su lógica, la ficción nos condiciona a su historia, a seguirle la corriente.

La Tesis denotacional (el significado directo), existe una sola realidad que es el mundo físico. En esta tesis sólo podemos referirnos a cosas que existen. Así incluso cuando hablamos de un unicornio por ejemplo, si bien se trata de un animal de ficción, para imaginarlo o referirnos a él, lo construimos en base a conceptos que conocemos en la realidad: un caballo blanco con un cuerno. Las características las hemos sacado de una realidad física que conocemos aunque pertenecen a otros conceptos. Incluso nuestro imaginario de extraterrestres o fantasmas se refieren siempre a cosas que existen. Un fantasma es representado con una sábana en el aire, o simplemente una persona en la oscuridad. Un extraterrestre tendrá cara de insecto, o cerebro humanoide más grande.Ninguna de las características que le atribuimos podrán salirse del marco de la realidad física.

La Tesis Ontológica (que se refiere a lo que existe y lo queno) alarga el dominio de las referencias a la lógica de mundos posibles. Para esta tesis, la verdad no es una cuestión de consenso. Es decir no es verdad lo que la mayoría cree que es verdad. La ficción es también una realidad o una parte integrante de la realidad. La pregunta es entonces ¿Cómo la ficción opera en esta realidad? Una respuesta general es la que hemos visto hasta aquí: la modelización mimética.

Quedamos con dos características de la ficción:

  • Todas las ficciones existen bajo la forma de contenidos mentales
  • Ciertas dan origen a acciones humanas físicas, a representaciones públicamente accesibles (las palabras, los textos escritos, las imágenes, las sonoridades).

(aquí interfiere el concepto de nomología: que es el estudio de las leyes que precede al fenómeno natural. Es decir la intención de normar los fenómenos o la ficción, el tratar de trazar sus leyes)

Para esta nomología nos ayudamos de la siguiente tabla propuesta por Schaeffer:

Tipos de modelos de ficción:

  • Nomologíca
  • Mimética
  • Mimética Homóloga
  • Mimética Ficcional
  • Obligación cognitiva
  • Homología generalizante Homología por reinstanciación real o simulación mental. (Origen homólogo en su realidad) Analogía global
  • Modo de adquisición o reactivación
  • Cálculo racional Inmersión mimética (identificación directa) Inmersión ficcional
  • Ejemplos
  • Modelo matemático o numérico. Aprendizaje por observación. Juegos de fingimiento (feintise). Fantasias (ensoñaciones). Ficciones artísticas.

Los parecidos con la realidad pueden ser por Homología (en la mimética homóloga), es decir que tienen como origen las mismas causas, o por Analogía (en la mimética ficcional) relación por diferentes causas.

Un modelo ficcional es de hecho una modelización del universo real. Las competencias representacionales que son las nuestras son aquellas de la representación de la realidad de la que nosotros hacemos parte. La más loca fantasía es siempre una variante conforme a lo que significa para nosotros “ser una realidad” (por homología u analogía).

En los universos ficcionales hay una coherencia interna que reemplaza el principio de la relación verifuncional. Es decir entendemos la relación de los objetos y tienen lógica dentro del marco de la ficción. Por eso es perfectamente aceptable que los animales hablen, o que en algunos casos la gente pueda volar, porque de igual manera existe una coherencia interna que hace que ese hecho “extraordinario” no sólamente pierda relevancia el hecho de su imposibilidad, sino que además hace parte del relato para entenderlo.

En estos universos ficcionales la mayor parte de los seres animados, objetos y paisajes que pueblan las películas o la ficción en general llevan siempre una existencia real fuera de la ficción. En los universos podemos ver mesas que vemos en la realidad, o que hacen referencia a mesas de la realidad, computadoras, personas con cierto carácter, una ciudad que es igual o hace referencia a una ciudad de la realidad. Incluso va más allá, las propiedades que son atribuidas a esos elementos, las situaciones en las que se encuentran corresponden muy frecuentemente a propiedades y situaciones reales consignadas en la memoria del autor. Por ejemplo si estamos viendo una película y en la película hay una ventana, esa ventana muy posiblemente no es realmente una ventana sino una decoración que simula ventana y se convierte en una ventana en la ficción.

En los documentales a la inversa se utilizan procedimientos constitutivos de la ficción sin “convertirse” en una ficción, al menos en su calificativo. Cuando vemos un documental es como entrar en un universo en que las cosas intentan narrarse como si pertenecieran a la realidad física palpable y sin embargo están plagadas de elementos de la ficción. La diferencia quizás es que en la ficción el todo es más ficticio que cada una de sus partes. Y en el documental las partes, los elementos son más ficticias que el todo.

El receptor en todos los casos lo que hace es una inferencia incesante (igual que en la realidad). Las inferencias son mixtas de realidad y ficción. Lo que pasa es que las inferencias del universo ficticio hacia el universo real son bloqueadas (con el objetivo de no contaminar nuestras creencias). Pero el proceso inverso pasa con una naturalidad increíble, es decir inferimos de lo real hacia lo fictivo sin casi ningún tipo de bloqueo.

¿Cómo nos interesamos?

La inmersión receptiva y creatriz son dos modalidades de una misma dinámica. Schaeffer dice “todo universo ficticio es un universo en perspectiva” (pg. 228). Por ejemplo narrar en primera persona, desde el punto de vista del personaje, el receptor debe mimetizarse en él. El contenido que nos hace interesar a la ficción, pero su forma es indisociable, va siempre y necesariamente junta.

En lo oral también existe la necesidad de identificarse con el narrador, lo que él sabe de la historia, quien escucha debe identificarse y seguirle para entender y creer la historia. Por eso la forma se vuelve vital para poder acceder al contenido.

La ficción así está en todo lo que pensamos. En nuestra construcción de realidad. En nuestra construcción narrativa de las historias. La ficción tiene formas de funcionar que parecen facilmente escurrise sin darnos mucha oportunidad a terminar de comprenderlas. Y sin embargo aproximarnos a ella nos permite comprendernos un poco mejor a nosotros mismos, a nuestra visión del mundo. Estudiar la ficción sobretodo nos demuestra que es imposible vivir sin ella para comprender nuestros pensamientos, nuestras ambiciones y nuestra construcción del conocimento. Completamos con la ficción nuestra realidad, nuestra percepción, la pequeña luz que nos permite ver a penas al mundo y a todos los mundos posibles. Una linterna hacia la comprensión. En forma y contenido.

Lectura veloz, lectura de titulares, no lectura y algo de comer

Estudiaba aún Comunicación Social cuando un señor con acento caribeño nos ofreció la oportunidad a la solución a todos nuestros problemas de estudio: Entender todo lo que leíamos en poco tiempo, no importaba si eran muchos y voluminosos libros. De su exposición me quedó claro que los que no hacíamos lectura veloz éramos poco menos que subnormales. Fue uno de los primeros encuentros con vendedores de humo disfrazados de empresarios exitosos con los que me cruzaría en mi vida. Luego descubrí que el mismo patrón siguen los archiconocidos Herbalifes, políticos, vendedores de ollas, vendedores de talleres de gestión cultural, ciertos artistas y ciertos desiertos desiertos.

Pero el encuentro fue muy enriquecedor para mi, pues me permitió preguntarme qué es para mí la lectura. La respuesta a la que llegué resultó un poco más compleja de lo esperado. 

Primero que con el compañero caribeño, vendedor de ilusiones, yo había pecado de caricaturizarlo. Porque desde alguna lógica (que es el tipo de lectura que para mi es materia muerta y triste) tenía razón, con la técnica de la lectura veloz uno es capaz de saber de qué tratan textos, pero de ahí a interesarse en el contenido hay un trecho muy largo. Es decir, la lectura como operación matemática memorística en la cual uno “pasa la vista” por encima de los signos y llega a una respuesta; en este caso, el saber de qué trata el texto, es posible. Pero a esa actividad yo desde mi subjetividad no le doy la dignidad de llamarle lectura.

Lo cual me lleva a la respuesta central de qué es lectura para mi. La lectura es un proceso complejo en el cual el primer requisito es saberse implicado en lo que uno lee. Y para ese objetivo es necesario escuchar la voz de la narración. Hay dos formas la lectura silenciosa (que es más veloz) y la lectura en voz alta que se presta al juego de la interpretación. Leer un texto entonces va más allá de descifrar los signos, es compartir la experiencia de lo que es contado. Es hacer pausas cada vez que la puntuación así lo marca. Es sorber una bebida caliente o fría al terminar un capítulo. Leer es compromiso. Y el compromiso siempre se cuece lento, como un buen ragú.

Lo que me lleva al segundo punto, la no lectura y el prejuicio. En los tiempos que corren la no lectura o en el mejor de los casos, lectura de titulares está de moda. El ciudadano promedio no se compromete con lo que lee, no revisa fuentes, solo trata de corroborar el prejuicio que tenía antes de leer aquel titular y no cambiará ni quiere cambiar después. La sociedad de la no lectura nos ha convertido en seres que devoran titulares y leen mensajes de WhastApp, estados de Facebook y Twitter, reenvíos de memes, pero no nos comprometemos con ninguno, solo los usamos para reafirmarnos en nuestros prejuicios, nunca para cambiar, para transformarnos con la lectura. Porque aquello requiere compromiso, y el compromiso se cuece lento, como una buena sopa de maní. Entonces creemos que hay que consumir no más Panchita o pollito Kingdom. Alto en grasa, perjudicial para el cerebro, disimulando que hemos comido pero en realidad nos hemos envenenado. 

Lo mismo pasa con las lecturas. Está bien empezar leyendo fábulas de Esopo y si tienes quince años y lees Cuauhtemoc Sanchez o Isabel Allende, está bien; pero si ya tienes más de 30 y sigues alimentando tu conocimiento con esos escritores hay un problema, no estás alimentando tu cerebro lo estás obstruyendo de nuevo aprendizaje, se está volviendo lento y poco capaz. Lo mismo si piensas que informarte pasa por CNN, si piensas que la caricatura llena de prejuicios llamada Fernando del Rincón es información, pues eres potencialmente peligroso para el resto de la sociedad porque no distingues lo que es información del Show de Laura en América. Porque sí, ver y leer información también es lectura, y si no lees con calma, si lees a la rápida y crees en que cualquier cosa que grite mucho y diga tener la razón porque grita fuerte estás encerrándote en la triste esclavitud de la ignorancia.

Más que nunca hay información que decodificar, más que nunca hay información que leer, más que nunca hay que comprometerse con lo que sabemos y con quienes queremos ser. El problema, más que nunca, es la rapidez, el querer saber ya, el querer sentir ya. Las buenas novelas hay que leerlas varias veces para entenderlas y no por tarea, porque nos demandan ese compromiso si realmente queremos disfrutar la experiencia, no se trata del argumento nada más, se trata de la experiencia. Porque como la base de la alimentación es el pan. Pan y saber van juntos. El saber, el sentir, el cambiar, el leer requieren compromiso, y el compromiso requiere mucho tiempo, como el verdadero pan.

Dile no a las dro… digo al Coaching / Storytelling

No se trata de escribir para hablar mal de algo o de alguien. Se trata para hacer un testamento de honestidad frente al engaño, frente al vocabulario vacío, pretencioso y encima en otro idioma.

Ya hace años que me molestan las fórmulas de éxito. Cierto, algunas de estas tonterías se remontan incluso a Og Mandino, pasando por Coelho y Steve Jobs. Incluso más atrás con las religiones, cuentos y parábolas que se hacen pasar por historia. Y en medio se metieron los de Herbalife, Avon y los de NXIVM. Cada uno con mayor y menor culpa. Y abajo de la pirámide siempre las personas crédulas en busca de palabras bonitas que pongan orden al caos que es el universo y que obviamente no tiene una explicación sencilla y en el que como seres humanos no pintamos de nada. Es decir que hay que bajarnos un poco los humos y vivir primero y luego tratar de entender, y entender no quiere decir que podamos hacer algo al respecto.

La cosa se me hizo personal cuando un amigo mío me contó que había hecho un curso de Storytelling. Y yo feliz le respondí, que genial Cuentacuentos, no, era Storytelling. Pues sí, resulta que desde hace unos años el Storytelling es una técnica de Marketing. En esencia eso no tiene nada de malo. Lo que está mal es la pretensión de que porque es en ingles es algo académico o técnico que se puede aplicar cual fórmula de negocio. Un absurdo y una reducción de la riqueza de lo que es la narración en general. Es decir me parece maravilloso que se aplique la narrativa al aprendizaje, a las marcas, empresas y a lo que quieras. Yo mismo he vivido obsesionado y aún lo hago con la relación estrecha que existe entre el conocimiento y la ficción. De hecho gran parte de todo lo que veo como Docente Universitario vive en esa disyuntiva, en esa tensión. Claro que la verdadera relación que yo encuentro entre ambas cosas es la Belleza y su estudio a través de la Estética. Pero ese es otro tema.

La presente concurrencia de palabras está acá solo para atestar y declarar su oposición a todo tipo de simplificación del pensamiento complejo y la maravilla que es nuestra riqueza de poder aprender y ser libres a través de nuestras propias ideas. Me entristece ver personas que quieren ganarse la vida a partir de las inseguridades de los otros, esos que dicen que hacen coaching, o training. Lo mismo se puede hacer de forma honesta y sin ese nombre, puedes aconsejar a alguien, ser guía de alguien, pero eso debe venir en libertad y honestidad. No hay algo más patético que aquel que se declara algo que nadie más lo reconoce. He trabajado durante años en el sector cultural y los menos artistas son siempre aquellos que se declaran artistas o que necesitan poner en su tarjeta de presentación “Artista” un grito triste y patético. Lo mismo pasa con el coaching. Me da la impresión que en este caso es aún peor, pues, conscientes que ponerse “guías” o “sabios” sería una presentación de risa, se ponen ese apelativo en inglés que lo hace ver como si tuviese más sentido, y no lo tiene. Solo expresa más vacío e inseguridad.

Y sobre lo personal, a todas las personas que están por ser embaucadas con técnicas marketeras de storytelling, no se hagan fumar. La vida es narrativa, pero no es una fórmula, es observación, sensibilidad y belleza, y no se las va dar otra persona, se las va dar su capacidad de callar, de escuchar, de sentir el mundo y luego, solo luego contar lo que sienten, lo que ven. Es la honestidad, y es de todo lo que quería hablar hoy.

Saludos Terrícolas.

Somos lo que contamos (y lo que comemos)

De hecho uno de los momentos más disfrutables, entrañables y queridos que sobre los que los humanos volvemos una y otra vez son las cenas, los almuerzos, los tés, todos en el sentido social, en el sentido de sentarnos para charlar y comer, una simbiosis entre ambos, un intercambio y complemento de placeres. Comer y charlar, alimentar las células, alimentar las ideas. Como en todo hay comida que te hace bien, y la que te llena de grasa y te hace enfermar. Lo mismo pasa con las charlas, con el contarse. Nos contamos cosas que nos hacen aprender, pero también cosas basadas en el prejuicio que solo nos destruyen como personas, nos hacen odiar, nos hacen más brutos de lo que por naturaleza somos.

Por eso creo que la clave de la alimentación, tanto del cuerpo como de la mente está en un elemento que solemos no darle la prioridad que se merece. La Belleza, o la menos su búsqueda. Debemos siempre buscar ese placer por llegar a algún lado con nuestra charla y con nuestra comida. Por eso no sirve mucho los foros de las redes cociales muchas veces, porque solo buscan la imposición de ideas, sobre todo si son de interés político, desnudan muchas veces racismo, ignorancia (es decir que ignoran todo lo que no son el mismo que habla), egolatría y una profunda miseria.

La belleza por eso siempre va estar en el encuentro, no en el monólogo. En el verle la cara al otro y saber que está tratando de entenderme. En mi amigo que me dice esto lo hago, esto te lo digo, porque eres mi amigoy ahí puede haber crítica, puede haber mucho aprendizaje, pero sobre todo hay empatía y belleza. Es el encuentro.

La vida es narrativa pura. Siempre cuento a mis alumnos que todo es ficción, que el mundo es incomprensible sin la ficción. Suelo dar el siguiente ejemplo:

3+2 = 5.

Todo en ese enunciado es ficción, primero esos números son representaciones gráficas arbitrarias de cantidades de unidades que no tienen nada que ver con su forma. Solo nos dicen eso es un tres y lo aceptamos, pero por supuesto que ni esa figura ni esa palabra son un tres. Además la operación pasa en distintos tiempos. Había una vez un tres (primer tiempo) que se encontró con un dos (segundo tiempo) se gustaron (tercer tiempo) y juntos formaron un cinco (desenlace). Quiero decir que sin la narrativa y la ficción la matemática no existe. De ahí la idea, todo es ficción. El debate no está ahí qué es verdad o qué es mentira. Sino en dónde aprendo y en dónde soy más tonto, en dónde hay belleza, en dónde me construyo. Y acá es que la era digital nos puede complicar, porque ante el desborde de oferta y comida chatarra podemos terminar con una pésima salud de ideas. Porque como en la comida, ni aún cultivando la mente es garantía se ser sabio o buena persona. Pero al menos los riesgos de morir de cáncer disminuyen.

Llegar al mar

El Mar

De dónde venimos

Llegamos a la red infinita, al universo en expansión que es el Internet. Llegamos con nuestra propia página web y eso nos calienta el corazón.

Hace más de 10 años nació el proyecto de La Máquina de leer. En origen fue un estudio para buscar la motivación a la lectura a través del conocimiento y herramientas diseñadas para ese efecto. En el camino de vuelta a Bolivia, empezamos sobre todo con la Narración Oral y los Leerventos. La Narración Oral se convertiría pues en una marca de la casa, pues ha sido y es un lugar de experimentación de los lenguajes simples de la comunicación, la imaginación, la belleza y la empatía.

Cambio de la marea

Pero ha llegado el momento que hace mucho planificamos. A partir de ahora y en los siguientes meses vamos a expandir nuestros servicios a los planificados hace ya tanto tiempo. Actualizándolos, por que la realidad también ha cambiado. Uno de los sueños era éste que comienza ahora, el tener nuestra página web.

¿Y qué vamos a hacer acá?

La página web se convierte en nuestro centro de operaciones. Acá subiremos artículos. Este blog en específico es para la actualidad en general. Pero también acá se subirán los servicios que ampliamos: Experiencia de la lectura, Leerventos, Investigación y narración oral. También acá incluiremos nuestro calendario de eventos. Y con mucho gusto presentamos nuestra tienda que de a poco presentará artículos diseñados exclusivamente por La Máquina de leer para lectores y apasionados del mundo creativo. Actualmente, estamos diseñando una serie de poleras que hacen homenaje a ese hermoso homenaje de Mayo del 68 “La imaginación al poder”, estamos ansiosos por presentarles el producto.

Y muchos viajes más. Así que pase no más, caserito, bienvenido y como decíamos al principio de este sueño: A leer el mundo…