Dicen por ahí que voy a volver a contar.

¡Qué alegría! ¡Qué nervios! Pero sobre todo qué alegría de volver a hacer el ejercicio de entender, el ejercicio de contar.

Vuelvo a contar porque necesito hacerlo. Por que creo que nadie cuenta esto que tengo que decir y que necesito entender.

Creo que será bueno vernos, no sé cuándo volveré a contar después. Pero esta vez voy a volver a contar.

Contar es un ejercicio que se debe practicar, pero con más esmero de querer que la historia funcione, con locura, con obsesión, con detalle pero sin contar los detalles, solo las imágenes que sugieran las emociones y las ideas. Eso quiero hacer con EL IPSIS, intentar contar historias que en realidad no importan tanto como las emociones y las ideas que vienen detrás de la historia.

¿De qué trata EL IPSIS?

¿debería contarlo antes de contarlo?

NO,

Así que contaré otra cosa que tal vez ayude a entender.

Había una vez

En un rincón de la nada surgió algo,

El algo se llenó de materia que estaba hecha de protones, neutrones y electrones Y aún así de llena, no pudieron existir, entonces vivieron en una invención de percepción para poder inventarse que ahí existían. A esa invención la llamaron tiempo.

Una vez una de las materias se llamó así misma ser humano.

El ser humano se reprodució y se hizo millones y millones.

Y cada uno de ellos sintió que era único y cada uno de ellos se dio cuenta que su tiempo se acababa, cada vez que esa invención revelaba su verdadera naturaleza, que no existía.

La existencia de la materia bajo la invención del tiempo era una buena excusa para sentir que cada uno de los seres humanos amaban y sufrían cuando sufrían pérdidas, pero también alegrías breves cada vez que lograban encontrar que decían algo que importaba.

Se llamaba Peter Travesí, lo vi jugar a ser charanguito, fui a verlo innumerables veces de niño, una vez lo imité en la escuela como predicador, como camba, como charanguito, mi mamá me hizo todos los trajes. Yo escribí los diálogos de memoria en una máquina de escribir a cinta, sentado sobre mi cama.

Se llamaba Marcos Mundstock, viajé tres veces a verlo contar historias provisto de su carpeta roja. Una vez incluso pude hablar con él en Mendoza al salir del teatro. Me dio la mano, me miró fijo, yo tenía 21 años ¿Hasta cuando tenemos Les Luthiers?, le pregunté. Mientras vengan bolivianos, nosotros seguimos y sonrió. Falleció el 22 de abril de 2020.

Se llamaba Gladis Rico, mi mamá. La escucho cada día tanto cuando estoy despierto, cuando estoy soñando. Me da consejos, me riñe. Y a veces solo siento su ausencia pura y dura. Nunca hablé de nada tan a fondo con nadie como con ella. Cuando se fue yo dejé de hablar de alguna manera para siempre.

Me llamo Gabriel Iriarte, voy a volver a contar.

Ficha técnica:

Narración, texto y puesta en escena: Gabriel Iriarte Rico

Diseño e imagen: Isabel Avilés Jiménez.

Asistente de luces y música: Micaela Pereira

2 respuestas a “Dicen por ahí que voy a volver a contar.”

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