(Para que la audiencia no piense que se eludió responder la respuesta de manera concreta, esta segunda parte atacó sin bemoles el intento de responderla)
LA VERDAD ABSOLUTA
Es ese momento en que estás entre despierto y/o soñando, en el que no sabes si quiera qué año es, en qué casa estás, en qué país, en qué tiempo; y, si atiendes bien, no sabes bien ni si quiera quién eres. Ese momento es magia pura, existencia pura, es la verdad, LA EXPERIENCIA de estar vivo sin nada más que eso, estar arrojado a la realidad. Algo pasa con los sueños y sus fronteras con la vigilia, no lo sabemos qué, pero algo pasa. Lo sabemos cuando tenemos sueños lúcidos o cuando tememos no despertar, sabemos que tanto la vida como el sueño son trampas de las que no somos del todo conscientes. La conciencia siempre es no saber y solo experimentar, dolor, frescura, espanto, estar perdido, estar perdido, como el planeta en la Vía Láctea, como la Vía Láctea en el barrio de galaxias, como el barrio en el universo
Por tanto, la verdad radica en el misterio de lo que sabemos y lo que creemos. Es, entonces, por definición materia estética, de búsqueda de comprensión de la belleza. Y cuando hablamos de esa búsqueda, la búsqueda es tan infinita como personas que han nacido y nacerán en nuestra pequeña historia de civilización de 12021 años.
(¡Ah! ¡sí! porque esa mentira que repetimos como tontuelos sabiendo todos que no es verdad de que estamos en el 2021 ya va siendo hora de superar. Es mucho mejor y más interesante un cuento con fundamento en el que podemos ver ese primer templo en Anatolia, y ver que comenzamos una historia común como humanos hace 12021, porque como humanidad no comenzamos ninguna historia común hace 2021 años.)
Por tanto cada uno encuentra y debe encontrar en cada acto que realiza esa búsqueda no solo de búsqueda de placer de la belleza, sino su cafeína que es la comprensión de la misma, un potenciador infalible de la estética si es que se lo realiza con cierto orden y rigurosidad.
En mi caso particular, ese orden pasa por la base de todo esto, es decir, la conciencia que el aprendizaje y la comprensión del universo no son posibles sin la intervención artificial de el elemento estrella de la ficción: La narrativa.
Yo he trabajado (me gusta verlo como un trabajo) en dos áreas narrativas: La narración oral y la Narrración escrita. De la segunda se han ocupado la semiología y los estudios literarios (literatura comparada, le dicen tan bonito) de inventar formas de comprensión que solo sirve a las universidades para producir tesis que nadie lee y algunos ciertos desiertos para ejercer de profesores de lenguaje y literatura. Lo cual no evita que esos textos sean apasionantes en no pocas ocasiones.
En la narración oral también se ha escrito bastante, no tanto como en la escrita, y los caminos son más dispares, y sinuosos y acá no viene a cuento hacer una exposición de las corrientes de estudio de la narrativa oral.
Lo que les cuento es cómo yo trabajo, y lo hago sobre todo porque los compañeros del boliche tuvieron la imprudencia de invitarme a hablar de lo que a mí me interese, y como esto me interesa porque tampoco acabo de comprenderlo, entonces lo hago
No tengo una forma exacta de trabajo, voy tanteando.
Voy a compartir acá el inicio de un cuenta cuentos que estoy preparando (aunque de manera estancada y fragmentada cada cierto tiempo) pero que normalmente si antes no se me vuelve a ir la salud antes del fin de la pandemia, estrenaré como nuevo cuenta cuentos en un futuro no tan lejano
Así que voy a leerles mis apuntes y de ahí sacar algunas ideas y preocupaciones que quizá algunos de ustedes tenga a bien solucionar por mí y de paso aportar a la historia.
(A continuación se leyeron los apuntes del inicio del nuevo Cuenta Cuentos de la máquina de leer titulado EL IPSIS, luego se discutieron posibles soluciones a los problemas, trampas y formas que plantea dicha narración oral. Finalmente todo los asistentes tuvieron la generosidad de aportar ideas y preguntas. Más tarde todos se levantaron en una cadencia acompazada pero sin fin, pagaron sus vinos y bocadillos, se despidieron unos de otros. Algunos sintieron recién los efectos de su terecera dosis de vacuna y tuvieron noches de escalofríos. El expositor se escabuyó en la oscuridad, se hizo invisible para sí mismo. La noche se diluyó en los sueños de quienes asistieron, los que no y la promesa de otra madrugada, sería pronto 21 de octubre)