Después de la muerte solo queda la ficción. El imaginar mundos posibles en los que no se muere. Al menos mientras se lee, al menos mientras se cuenta. Las historias son eternas, nosotros no. La ficción es el pasaje a la eternidad, al devenir. Casi todas las historias se pierden en la nada del tiempo que lo engulle con voracidad y deja todo fuera de la memoria. Pero ellas quedan en algún lado, escondidas, listas para que una ratón de biblioteca las descubra, para que un cuenta cuentos las recuente, para que alguien las vuelva a descubrir como si fuera la primera vez. Como aquella primera vez. Toda ficción es un viaje a esa primera vez, infinita y total. El Devenir de la Vid a Cuento.
Después de la muerte siempre hay un silencio respetuoso una ausencia imposible y que no terminará jamás. El espacio, el infinito. Solo podemos llorar las ausencias, llorarlas en silencio, que duelan lo más posible, hasta que ese dolor sea una callosidad que recibe nuestro rostro, nuestra alma, nuestra sonrisa. Pero mucho después abrazamos el universo, abrazamos lo que queda y somos el instante.
Y entonces lo descubrimos, la ficción es nuestro pasaje al entendimiento del todo: del amor, de la belleza, del otro, del escuchar y contar nuestra propia historia que ya no es nuestra, es solo ficción, un cuento.
También me gusta pensar que es una transición y que por medio del amor aun seguimos en comunicación. Al ver una simple flor. Calentarse con un poco de rayo de sol…
Todo lo que creemos, es. Al menos mientras lo creemos 🤗